Padre C. M. Berardi

Introducción: «Queremos ver…»
El análisis de las diferentes doctrinas que durante los últimos siglos se han encargado de la vista y de su funcionamiento, aporta un cuadro claro y luminoso de lo que podemos entender por «ver» y lo que ésta función corporal aporta, para bien y para mal, al «entero» ser humano. El tema se desarrolla con un enfoque interdisciplinario, de la ciencia a la filosofía, de la neurociencia a la teología, de la estética a la espiritualidad. Comprender por completo todos los procesos que le competen, desde los mecanismos de la óptica hasta el «sentir» estético, también significa tener un enfoque más consciente hacia los objetos de la vista, aquellos que «vemos» (el creado y el prójimo) y lo que «queremos ver» (Dios).

Prof. S. M. Perrella

La «bendita» y el «maldito». Entre mariofanías y satanofanías
Este estudio profundo enfrenta el tema de la presencia y mediación de la Madre de Cristo, colocándolo en el marco de la auto revelación de Dios, que permite percibir las apariciones en su dimensión mística y en su carácter de experiencias que ayudan a vivir con mayor plenitud lo esencial de la fe en una época determinada. Los conceptos de bendición y maldición, comprendidos al interior de un contexto más amplio de la Alianza, permiten iluminar el misterio de la Madre del Señor, de su persona y de su misión en la vida de la Iglesia y del mundo, volviéndose clave interpretativa de la existencia cristiana, como respuesta creyente de la auto revelación salvífica de Dios que implica el pasar de la maldición a la bendición y la «solidaridad con los malditos» presente en el misterio de la cruz de Cristo. El discernimiento sobre las apariciones pasa a través de la triple reserva administrativa, científica y eclesial, y sirve para garantizar la relación con la revelación y su característica de eventos carismáticos, o sea, de dones divinos que pueden servir para sostener la fe, la esperanza y la caridad de cada creyente. A las mariofonías, cuyo fundamento teológico está constituido por el dogma de la Asunción, se contraponen las satanofonías, manifestaciones también sensibles del demonio que tienen el propósito de desviar el camino teologal de los creyentes, pero que son permitidas por Dios para consolidar las virtudes y para revelar la inconsistencia de los diseños malvados. La Virgen María también ejerce su maternidad ante la Iglesia a través de la lucha contra el maligno, que consiste en elegir, con la ayuda de la gracia divina, la vía de la bendición y descartar la vía del pecado que conduce a la maldición.

Padre D. Repice

«El icono del Sábado Santo»: el redescubrimiento del icono de Cristo en Occidente y el Rostro del Hombre de la Sábana Santa
La importancia de la mirada en la liturgia y en la oración está a la base de la iconografía cristiana y de su difusión. La imagen sacra – primero la cruz, después el icono – se propone como ventana, como apertura y pasaje, como puerta abierta hacia lo invisible, un umbral que permite al espíritu humano entrar en dialogo con el Espíritu de aquel que en ella se muestra. El redescubrimiento del icono en el siglo pasado, llevo a hacer sentir la exigencia de unidad en la Iglesia y a reflexionar sobre cómo pueda dialogar eficazmente la Tradición con la modernidad y la contemporaneidad, sin desnaturalizar el arte litúrgico. La Sabana Santa, «icono aquiropita» del Sábado Santo, manifiesta el misterio del ocultamiento, del silencio, del «vaciarse» de Dios, pero al mismo tiempo interpela e interroga con sus «afirmaciones» y con sus alusiones, dejando filtrar una luz, que, precisamente en una sociedad tecnologizada como la nuestra, muestra a los creyentes y a los no creyentes los indicios de una Presencia e invita a celebrar la Pascua, el pasar a la vida de comunión con Cristo.

Prof. R. Lavatori

La idolatría: la visión engañosa de Dios
Se presenta el análisis de los capítulos 13 y 14 del libro de la Sabiduría, no precisamente desde el punto de vista exegético, sino más que nada tomando en consideración el contenido teológico y antropológico que expresa. Se llega a descubrir la razón del nacimiento y difusión de la idolatría mediante el razonamiento banal de los hombres y la necedad de confundir los elementos del cosmos astrales y animales con la divinidad, es decir hundir la concepción de Dios dentro de la esfera sensible de la visualización terrena de las cosas. Esto conduce a distorsionar la composición ordenada de las realidades creadas y por tanto a difundir en todo sentido el mal, la maldad, el desorden moral y social sobre la faz de la tierra. Por lo que se puede decir que si no se extirpa la idolatría, repropuesta constante y actualmente bajo diversos aspectos, sigue siendo una utopía el proyecto de un mundo más ordenado y de una humanidad más sana. Rechazando la verdadera visión de la sabiduría creadora y redentora, se continúa enredado dentro de un oscurantismo que no produce nada bueno ni bello.

Francesco Scarsella

Espectáculos y paganismo
Según todos los Padres de la Iglesia, los dioses paganos son demonios y los ídolos imágenes consagradas a ellos para fungir como medio de difusión de sus obras. Aunque actualmente el paganismo está considerado carente de cualquier fundamento, la concepción que primero los paganos y después los cristianos, tenían del fenómeno muestra claramente su naturaleza espiritista: una relación con seres espirituales de naturaleza personal e invisible, con la facultad de actuar sobre cosas y personas, que eran evocados en ritos pertinentes y con fines determinados; puestos de frente a la Verdad Encarnada eran forzados a revelar su naturaleza, su obra, su objetivo y sus infinitas miserias. No dioses, sino demonios. Su mezquina voluntad de destronar a su propio Creador permanece inmutable en la historia, tratando de robar los honores y el culto que pertenecen al único y verdadero Dios y haciendo de tal modo que el hombre lo dirija a los receptáculos infestados por ellos. Todas las fiestas, los ritos, los espectáculos y las víctimas eran parte de ésta idolatría y a su modo enseñaban a los hombres a pasar el tiempo, el culto, el intelecto y la vida misma en tal modo que no fueran dirigidas al Salvador. La conexión entre espectáculos y paganismo desplaza el acento a un tema actual: los espectáculos y los demonios, escondidos tras la máscara del finto único Dios, el anticristo, que entre símbolos infernales, ritos satánicos y contenidos blasfemos es evocado a través de los medios actuales con la misma finalidad de siempre: separar al hombre del Dios Verdadero y Único, Jesucristo, nuestro único Salvador, al único a quien corresponde el verdadero culto y adoración.

Dr. L. Marletta

Patologías de la imaginación en una sociedad veloz
El escenario está caracterizado por una aceleración de los cambios inducidos principalmente por las tecnologías de comunicación: computadoras, celulares, Internet, medios de comunicación y redes sociales. Los efectos a nivel social son crecientes niveles de incertidumbre, cultura del consumismo no solo de productos materiales, sino también inmateriales como ideas y valores, con la seducción de la publicidad por el surplus de credibilidad atribuido al ver. Los nuevos indicadores de importancia se han vuelto la audiencia, la visualización, los amigos: ya no el ser héroes, sino ser famosos-celebres. Los efectos espirituales son la dificultad de guardar silencio para escucharse a sí mismo con profundidad, a los demás y la voluntad de Dios, la percepción disminuida del mal-pecado con búsqueda del enemigo externo y la irresponsabilidad, el refuerzo de algunos vicios como vanagloria-cenodossia, avaricia-filargiria, lujuria y pornografía. Las reflexiones de los Padres de la Iglesia de los primeros siglos documentan y aportan iluminadas anticipaciones sobre la actualidad.

Prof. R. Fornara

Moisés frente a la zarza: visión de Dios en el Antiguo Testamento
El análisis exegético de Ex 3,1-6, que narra la aparición de Dios a Moisés en la zarza ardiente, quiere hacer notar desde el aspecto teológico y antropológico una fenomenología de la visión. Por un lado se tiene el camino del hombre hacia Dios: el deseo de verlo, de conocerlo, que impulsa al hombre a ir más allá de la fachada de la realidad percibida por los sentidos, hasta preguntarse el «¿por qué?» de los fenómenos, asumiendo una mirada contemplativa. Por el otro se tiene la iniciativa divina, el manifestarse de Dios, que invita a un diálogo, a una respuesta a la escucha. El hombre descubre de esta forma la propia miseria, pero también la trascendencia de Dios y su amor infinito que lo sostiene y lo circunda, lo invita a liberarse de los propios ídolos para servirle con el corazón puro y lo santifica con su presencia.

Prof. F. Pieri

Luz y tinieblas en San Juan
Después de una breve introducción al tema de la luz en la Biblia, el profesor Pieri presenta los diversos significados con los que san Juan aplica el simbolismo de la luz en el cuarto Evangelio. La luz del mundo es Jesucristo, la Palabra de Dios hecha carne, que con su predicación y con su enseñanza de vida ha iluminado a los hombres revelando a todos el misterio del amor de Dios. A la «luz de la vida» se oponen las tinieblas del mundo que yace bajo el poder del maligno, y al hombre que quiera permanecer en la luz, le espera la responsabilidad de creer en Cristo como Mesías y de elegir seguirlo para participar con Él en la vida eterna. El cristiano conoce y contempla la victoria total y definitiva de Cristo sobre las tinieblas, aún si de éste modo debe luchar contra la indiferencia, la ironía y la persecución; pero él «sabe que su fe es camino hacia el cielo; es respuesta necesaria al don» y que su testimonio puede ser al mismo tiempo luz para el mundo.

Padre E. M. Palma

«Vi en el camino una luz en el cielo» (At 26,13). La experiencia cristiana de Pablo nace de la «visión»
La experiencia de Cristo resucitado vivida por Saulo (Pablo) sobre la vía de Damasco es descrita e interpretada en su carácter de «realidad», mediante el análisis crítico de las narraciones contenidas en los Actos de los Apóstoles (9,1-19a; 22,3-21; 26,4-23). Indicios de credibilidad de la visión de Saulo, según criterios bíblicos, son: la teofanía unida al conferimiento de una misión; la diversidad entre la experiencia del destinatario principal de la revelación divina y aquella de quienes se encuentran juntos; los efectos físicos padecidos por Saulo causados por esa visión (imprevista ceguera). El argumento decisivo sobre la autenticidad de la experiencia es deducido de las expresiones que manifiestan todo el drama interior vivido por Saulo y su resistencia a la voz de Dios. El cambio radical de vida realizado por él no es fruto de reflexiones personales o de una crisis de consciencia, sino que es atribuible a razones ajenas a él: él «ha visto» al Señor Resucitado y, no obstante su voluntad contraria, fue empujado por Él para ponerse completamente a su servicio.

Padre R. Petroni

Hemos visto al Señor
Las visiones son un fenómeno antiguo que continua inalterado e ininterrumpido en la historia de la Iglesia. Desde los Apóstoles hasta los místicos modernos son innumerables cuantos se han beneficiado y esto permite poner en evidencia algunas líneas guía del fenómeno: modos, formas, objetivos y criterios de discernimiento, que la Iglesia con sabiduría aporta a través de su magisterio oficial y permiten aferrar mejor este «ver», distinguiendo las apariciones y las visiones de  las alucinaciones y de las falsas experiencias místicas, para comprender nuevamente la relación necesaria que el hombre debe tener con el Señor Resucitado, hasta poder exclamar también hoy: «Lo hemos visto», y corresponder cada vez mejor a la revelación de Dios que empeña nuestra vida en la misión de testimoniar la fe.

Padre A. Ferrero

Ver lo invisible: la visión de Dios entre cuerpo, psique y espíritu
El tema de la visión es afrontado en relación a la persona y su «mundo», constituido no solo de las relaciones intrapsíquicas, sino también de aquellas con el mundo exterior (sociedad/ethos/cultura) y el mundo espiritual: una realidad objetiva e independiente de la propia voluntad e imaginación. La diferencia entre alucinaciones y apariciones consiste en el hecho que las primeras son disfunciones del proceso de percepción ordinario, mientras que las segundas son percepciones correctas relacionadas con el mundo espiritual y que ocurren por vía sobre natural. La visión más perfecta de Dios que el hombre puede tener en esta vida es fruto de un don místico que se llama contemplación. Esta no consiste en una visión corpórea, ni en un conocimiento distinto, sino en una «infusión» de conocimiento y amor en la sustancia del alma de parte de Dios, que por una parte «ciega» y debilita el alma en sus facultades naturales y por otro lado es fuente de alegría, paz y vigor para el espíritu.

Profra. C. Demezzi

De las tinieblas a la luz. Ver en la oscuridad
Algunos místicos testimonian que precisamente en el momento de mayor oscuridad espiritual y física se puede ser capaz de ver cosas que antes no se sabía que existieran. Es Cristo quien puede hacernos vivir esta experiencia plenamente. Porque Él mismo fue el primero en vivir esta experiencia de habitar en las tinieblas, a través de su muerte y resurrección. Después de haber reflexionado sobre el valor del cuerpo que ve con los ojos y sobre su relación con el alma, este texto afronta la experiencia de San Juan de la Cruz, místico y escritor, maestro del sentido espiritual de la Noche Oscura. Se acerca posteriormente a Santa Edith Stein y a su estudio sobre el místico español, para dirigirse, finalmente, a la Beata, próxima Santa, Madre Teresa de Calcuta. Su experiencia de la oscuridad espiritual y de la lejanía de Dios hará comprender el sentido.

Paolo Damosso

Imagen y comunicación
A partir de su experiencia de director cinematográfico, de más de veinte años, Paolo Damosso reflexiona sobre la necesidad y posibilidad de la Iglesia para comunicar el Evangelio en el contexto mediático actual, que compara con un acuario: un contenedor circunscrito con reglas y gramática propia y bien definida. Como también subrayan los documentos magistrales, los medios de comunicación no son ni buenos ni malos en sí mismos; lo que los califica es el contenido con ellos relacionado. Sin embargo también el modo de comunicar es importante: son necesarias la «sabiduría del lenguaje», la adaptación a la capacidad de recepción de los destinatarios y una cierta profesionalidad. Una tentación puede ser el protagonismo al querer documentar las propias acciones solamente por el gusto de ser recordados o vistos por muchos. Para bien o para mal esto puede ser un uso espectacular de las imágenes que tiene como objetivo alimentar el pánico y provocar el odio o suscitar ternura e infundir esperanza. Pero los medios de comunicación usados sabiamente también pueden servir para hacer reflexionar con simplicidad sobre los valores «más auténticos y verdaderos, aquellos de siempre, aquellos que nunca morirán, aquellos que nunca serán matados».

Profr. F. Scelzo

Ver en modo diferente. Entre la imposibilidad mirar y la posibilidad de reciprocidad y autonomía del hombre «auto exusios»
La persona minusválida está como suspendido entre vínculo y posibilidad, entre dependencia y deseo de independencia, entre diferencia y riesgo de indiferencia. Pero ésta también es la condición de cada hombre, que debe saber reconocer los propios límites y las propias potencialidades. Aceptar responsablemente la minusvalía visual significa madurar la consciencia de que ésta es una condición del cuerpo que no disminuye la dignidad del ser humano, creado a imagen de Dios para responder al diseño que es llamado a desempeñar «no obstante» su minusvalía. «Ver diferente» no es una provocación o una manifestación si no esconde la falsificación que con frecuencia se esconde en el definir con habilidades diferentes a una persona con minusvalía, pero expresa el deseo de un camino común en la reciprocidad, en las diferencias, en la autonomía de los individuos. Un camino en donde la comunidad no se cierra frente al miedo del extraño, del diferente, sino que está disponible para construir relaciones de reciprocidad entre las personas que conservan la propia singularidad en virtud de la propia autonomía; un camino en donde la comunidad es el lugar de la «sinfonía de las diferencias».

 

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